Cómo gestionar la frustración durante la pandemia - StampyMail

Cómo gestionar la frustración durante la pandemia

Hoy es el Día Internacional de la Salud y uno de los aspectos más relacionados con la salud actualmente es la manera en la que gestionamos nuestras emociones y cómo gestionamos la frustración durante la pandemia. Más aún teniendo en cuenta la situación de crisis que estamos viviendo y el descontrol emocional que supone.

El teletrabajo es una de las palabras que más hemos oído y tenido que utilizar debido al confinamiento y las posteriores restricciones. Se ha transformado en la única manera de trabajar para muchos.

Aunque hay determinadas personas acostumbradas y habituadas a esta forma de trabajar, no todos lo están llevando bien. Aparecen ciertas sensaciones y pensamientos negativos que inevitablemente nos hacen reflexionar sobre cómo podemos lidiar con ellos y no volvernos locos.

¿Cómo es una entrevista Stampy-Laura?

Para indagar más profundamente en este tema, hemos podido entrevistar a la psicóloga Laura Gómez Mirón. Nos ha ayudado a despejar algunas de nuestras dudas y contestar a preguntas clave sobre cómo nos está afectando el presente a nuestra salud mental y cómo gestionar mejor nuestras emociones.

¿Hasta qué punto ha afectado la pandemia a nuestra salud mental y bienestar laboral?

Es complicado sacar unas reglas generales ya que, va a depender mucho del sector al que uno se dedique, la situación personal de cada uno y sus diferencias individuales. No es lo mismo trabajar en el turismo, que ser funcionario, sanitario o camarero.  Por ello, a nivel global quizá podamos hablar del teletrabajo, la sobrecarga laboral, la incertidumbre y el miedo. 

Muy al principio de la pandemia, la gente solía alabar mucho el teletrabajo por todas las ventajas que tiene a priori, ahorro en tiempos de desplazamiento, mejor conciliación con la vida personal, etc. Pero, a medida que se ha ido asentando, y probablemente influenciado por las características de la pandemia, empiezan a pesar más las desventajas que las ventajas. Encontrándonos con que apenas salimos de casa, ni nos relacionamos con gente.

Muchas veces abusamos de un exceso de reuniones, que si estuviéramos en el mismo espacio no serían necesarias. Al estar en casa, nos cuesta poner límites al horario laboral, al no haber un corte físico. Y si tenemos niños o personas a nuestro cargo, la conciliación se vuelve mucho más complicada. A esto hay que sumarle, que en muchas empresas, excusándose en la crisis económica, existe una falta de personal que hace que los trabajadores se vean sobrecargados por el trabajo. O por el contrario trabajadores que ven peligrar su puesto de trabajo.

También habría que señalar que mucha gente tiene miedo a contagiarse, bien en los desplazamientos o en el propio puesto de trabajo. Y este es otro factor de estrés importante que sumar a la ecuación.

¿Cuáles crees que son los principales síntomas que podemos padecer a la larga si no tomamos las riendas de la situación?

Desde el principio se sabía que, tanto el aislamiento como la incertidumbre, nos iba a pasar factura a la población general. No me olvido de tantas personas que han vivido situaciones durísimas, pero su afectación requeriría otro tipo de análisis. La afectación es tal, que no hace falta pensar muy a la larga, ya que los efectos se empiezan a ver ya. Ahora se habla mucho de la fatiga pandémica, que según la OMS es la “desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas”. Y por suerte, se empieza a hablar también en la esfera pública, de los problemas de estrés, ansiedad y depresión que surgen o empeoran a consecuencia de la pandemia. Y de alguna manera todos sentimos algunos de sus síntomas estos días, tristeza, cierto insomnio, desesperanza, ansiedad, irritabilidad, etc.

 

¿Qué pautas podemos tomar para afrontar los contratiempos y hacer nuestra nueva rutina más fácil?

Lo que más nos ayuda a afrontar los contratiempos, es tener un buen estado de ánimo y unos niveles de estrés o ansiedad bajos. Y para ello, hay cosas muy sencillas que podemos incluir en nuestras rutinas. Es fundamental una buena alimentación y la práctica de ejercicio físico. Así como, el aprender a disfrutar de las pequeñas cosas, y más ahora, que nuestro ocio se ha visto tan disminuido. En esta línea, también es importante conseguir estar presente en aquello que hacemos, ya que muchas veces estamos más centrados en lo que tenemos pendiente de hacer, que en lo que estamos haciendo. Para ello, conocer alguna técnica de relajación o meditación nos puede ser muy útil, ya que nos va a ayudar a bajar las revoluciones y encontrar ese estado de calma, desde el que se gestionan mejor las cosas. Por último, aunque existen muchas más estrategias, es importante cuidar las relaciones sociales, ya que la cantidad ha disminuido considerablemente, prestar especial atención a la calidad de las mismas.

 

¿De qué manera somos responsables de las situaciones adversas que afrontamos en nuestro día a día?

La mayoría de las veces, pensamos que nuestras emociones son producto de las situaciones que nos rodean. De forma que entendemos que si yo me siento así es porque la situación inevitablemente me lleva a ello. Por ejemplo, si estoy estresado en el trabajo es porque mi trabajo es estresante; si pienso que mi compañero es un holgazán, es porque pierde el tiempo. Y muy pocas veces nos paramos a pensar en que para que tenga una emoción dada, lo que más influye no es la situación, sino todo mi sistema de creencias las habilidades de afrontamiento de que dispongo para hacer frente a ella.

Por ello, yo diría que somos bastante responsables de cómo afrontamos lo que nos ocurre y qué hacemos con las emociones que sentimos. La dificultad radica en que nadie nos ha enseñado a manejar nuestras emociones. De esta forma muchas veces nos vamos a sentir abrumadas por ellas, sin ni siquiera darnos cuenta de que podemos intentar tranquilizarnos, trabajar para estar menos enfadados o focalizarnos en manejar nuestra tristeza.

¿Debemos invertir en autoconocimiento para adaptarnos al cambio?

Durante toda la pandemia se ha hablado mucho de la resiliencia, que es la capacidad que tenemos las personas de superar las situaciones adversas que nos suceden. Y esto se puede aprender. Invertimos muchos años de nuestra vida en aprender a escribir, matemáticas, geografía, historia, idiomas… Y esta educación es obligatoria hasta los 16 años, sin embargo, en los planes de estudio, sólo recientemente se empieza a hablar de la educación emocional. A nadie le extraña que si alguien quiere aprender un idioma o ponerse en forma invierta varias horas a la semana en ello y que el proceso dure años. En cambio, la gestión emocional se da por supuesta, como si fuera una habilidad innata que todos tenemos súper desarrollada.

Con todo esto quiero decir que es bueno que entendamos que es más frecuente de lo que pensamos tener dificultades emocionales y que cuando éstas aparecen existen profesionales de la salud que te pueden ayudar a llevar mejor las situaciones por las que transitas, conocerte más y adquirir estrategias que te ayuden a afrontar mejor lo que te pasa.